–“¿Y cuánto tiempo piensan estar por el interior?”
– “Supongo que unos quince días”, le respondí con cierta naturalidad.
Era mi primer viaje a Cuba. Enero de 1999. Había llegado con mi novio de aquellos años y dos amigos más, bajo la romántica idea de conocer, en su cuarenta aniversario, la Cuba socialista de Fidel. En ese primer periplo nos sentíamos con el lujo de contar con dos periodistas cubanos, como Tomás Barceló Cuesta y Hermina Rodríguez, quienes no sólo oficiaron de anfitriones sino que además se dieron a la tarea de llevarnos a conocer lugares típicos de La Habana traduciéndonos, de manera llana y con una importante dosis de humor, los fuertes contrastes que nos devolvía Cuba a fines de los `90.
– “Ah… pero entonces vas a estar fuera de La Habana muchos días….”, añadió.
Sentados en un banco de la Terminal de Ómnibus, yo aún no lograba comprender muy bien por qué aquel inesperado comentario de Tomás me llevó a interpretarlo como: “en tantos días voy a extrañarte”. Hice un esfuerzo enorme por desterrar esa perturbadora idea y rápidamente le cambié de tema: “Mi problema es que justo ayer se me rompió la máquina de fotos”, le dije.
– Haber chica ¿qué camarita tú tienes?, me dijo al tiempo que revisaba de mala gana mi pequeña cámara compacta. “Esta es una monguita” añadió. En esos años, los cubanos les decían «monguitas» o “bobitas” a las cámaras de foto que sólo trabajan en automático. El término surgió con las compactas de película y luego se hizo extensivo a las cámaras digitales, de similares características.
– “Yo no me muevo con este tipo de camaritas”, me aclaró. “Pero por qué no te llegas mañana por Bohemia y quizás Alejandro Ernesto pueda arreglártela”.
Era la segunda vez que Tomás me hablaba de Alejandro Ernesto. La primera vez había sido en agosto de 1998, durante su primera visita a Córdoba. En aquella ocasión, tuvo la generosidad de obsequiarme algunas fotografías en blanco y negro impresas de Alejandro Ernesto, referenciándolo como una de las jóvenes promesas que tenía Cuba, en materia de fotoperiodistas.
Le hice caso. Al día siguiente me llegué temprano hasta la redacción de la revista Bohemia y finalmente conocí Alejandro Ernesto. De manera muy parca, apenas cruzó conmigo no más de tres o cuatro palabras y me entregó reparada mi modesta monguita.
– “No sé por qué Alejandro Ernesto me hace acordar tanto a mi hermano Pablo”, le dije ese día a Tomás.
Poco tiempo después comprobé que Alejandro Ernesto, junto a Ariel Terrero y Toni Pradas no sólo formaban parte de esos entrañables amigos a los que Tomás los referenciaba profesionalmente con orgullo, sino que también los sentía como sus verdaderos hermanos.
A mediados del 2008, Tomás tenía en mente llevar a cabo una muestra fotográfica cuyo título sería Los unos y los otros. La idea era condensar una serie de retratos de reconocidas personalidades del ámbito político y cultural, junto a otros que mostrasen el rostro de personas trabajadoras que, por lo general, llevan adelante su vida de manera anónima.
La idea quedó trunca, pero fue su hermano Alejandro Ernesto quien rescató aquella iniciativa y se decidió más tarde a tomar la posta.
El 25 de agosto del 2011, Alejandro Ernesto Pérez Estrada expuso su primera muestra en Argentina bajó el título: Cuba: Los Unos y los Otros. Fueron 30 imágenes a color que se expusieron a lo largo de todo un mes, en la Fotogalería Tomás Barceló Cuesta de la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC. Con ese mismo título, y en compañía de su gran compañera, la periodista argentina Andrea Rodríguez Elizondo, ofreció una charla en la Feria del Libro Córdoba.
Cierro este recuerdo con la entrevista que me di el gusto de hacerle, durante aquel 2011 y para la versión impresa del Diario de Feria, a quien con el paso del tiempo también se ha convertido en mi querido hermano.
Cuba: Los Unos y los Otros.
Alejandro Ernesto –como le gusta acreditar al firmar sus fotografías– es cubano y tiene 39 años. Pertenece a esa generación de jóvenes, que portan el nombre de pila del Che porque nacieron al calor de la revolución, pero a los que desde la adolescencia les tocó vivir en la isla más “dificultades” que los brillos de aquel primer fervor.
Pese a ello, Alejandro Ernesto Pérez Estrada es consciente del privilegio de ser fotorreportero en un país tan díscolo y atractivo como Cuba. “Tengo la suerte de vivir aquí y, desde fines de los 90, trabajo para medios de prensa internacionales. Comencé en la agencia mexicana Notimex y ahora para EFE, de España. El ejercicio del oficio, a lo largo de estos años, me permitió convertirme en un testigo privilegiado: pude registrar como la Cuba del “período especial” resistió el derrumbe del campo socialista y se consolidó como un referente para los líderes latinoamericanos que emergían en la nueva izquierda. Todos ellos visitaron la isla en distintas ocasiones, como una peregrinación a una especie de “Meca” de la izquierda latinoamericana”, cuenta Alejandro Ernesto cuando se le pegunta cómo fue armando y seleccionando la muestra que presenta el lunes 5 de septiembre en la Feria del Libro Córdoba 2011, bajo el título Cuba: Los Unos y los Otros.
“Eso me permitió –dice–, ir tomando fotos de personalidades como Hugo Chávez, Evo Morales, Luiz Inácio “Lula” da Silva, Rafael Correa, Cristina Fernández, Daniel Ortega. Y por supuesto, también Fidel y Raúl Castro. Pero no sólo de ellos. Paralelamente, también fotografiaba al cubano común. A gente con historias, sonrisas, tristezas, sueños. Entonces, ahí estaban las fotos. Las de los unos y las de los otros. Y eran muchas fotos.
La idea de esta muestra y charla, es dar a conocer estos dos niveles de mi Cuba. El nombre “Los UNOS y los OTROS” surgió hablando con buenos amigos argentinos y recordando a mi hermano, compatriota y excelente colega Tomás Barceló Cuesta, quien además, supo trazar puentes entre Córdoba y La Habana. Esta muestra es, indudablemente, un homenaje a su memoria.
– ¿Qué disfrutás más: la idea de retratar a los Unos o a los Otros?
Definitivamente los Otros. Aunque en un principio fueron los Unos…
Las fotos de los Unos, son importantes, irrepetibles y en muchos casos históricas. Son fotos que te apasionan. Pero casi siempre están regidas por normas de protocolo y de seguridad (obviamente inevitables) pero que lastran bastante la creatividad del fotoperiodista.
Siempre uno busca la forma de hacer algo novedoso, diferente, a veces es casi imposible. Y la foto de un evento se parece mucho a la del anterior. Tampoco es que me queje de retratar personalidades. He tomado fotos de muchos políticos (fundamentalmente Fidel Castro y los nuevos líderes de la izquierda latinoamericana), en momentos de intimidad, buenos retratos. Son instantáneas que quedan para la historia. Soy consciente que muchos colegas quisieran haber tenido esa oportunidad. Pero la imagen de la calle, de los Otros, es siempre más gratificante. Es algo espontáneo. El cubano ayuda en eso: le gusta ser fotografiado y posa con una naturalidad increíble. Me encanta trabajar con teleobjetivo y colarme en la vida de la gente, con la dosis de espontaneidad que eso conlleva.
– ¿Dónde se concentran tus búsquedas a la hora de capturar una imagen?
En el contraste. Me gusta mucho trabajar con las sombras. Blancos muy blancos y negros muy negros. Aunque también me refiero al contraste de objetos, de ideas, de personajes. También, a veces, me gusta darle un toque de humor, de doble sentido, a mis fotos.
Una fotografía es una instantánea, un momento irrepetible y si muestra las paradojas de la vida, mejor.
–Siendo cubano, es complejo responder a las exigencias de un medio extranjero como la Agencia EFE?
En principio no he tenido conflictos de naturaleza política con EFE. La agencia jamás me ha pedido politizar ningún tema. Siempre ha aceptado mi trabajo sin poner objeciones.
Yo obviamente tengo mis opiniones. Pero trato de que queden al margen y de hacer mi trabajo. Las agencias internacionales son productoras de materia prima para otros medios. Eso hace que se cubra todo. En cambio, son valoradas la rapidez y la imagen cruda, o sea sin ningún tipo de “arreglo” o “trucaje”. Este es un tema de máxima prioridad ya que la esencia de la imagen periodística está en su veracidad y bajo ningún concepto puede ser “arreglada”.
– ¿Por qué crees que Cuba sigue siendo una especie de meca para realizar fotos?
Diría que es la conjunción mágica de tres factores: luz, gente y estado arquitectónico de las principales ciudades (sobre todo La Habana, indiscutiblemente la más fotografiada). La luz es intensa; muy fuerte y genera unos contrastes espectaculares. La gente, porque los cubanos somos una mezcla de muchas razas y muy extrovertidos. Y nos encanta posar. Ser fotografiados. Eso, me parece es muy caribeño. Y la arquitectura es opulenta, pero vieja. Desgastada. Casas literalmente comidas por el salitre del mar. Todo eso, para entenderlo, hay que vivirlo cámara en mano.
Alejandro Ernesto Pérez Estrada: nació en la Habana el 20 septiembre 1971 y es fotorreportero. Desde el año 2003, se desempeña en la Agencia de prensa española EFE. Delegación La Habana. Cuba. También trabajó como fotorreportero en: la Agencia Mexicana de Prensa NOTIMEX, Oficina La Habana (1999-2003); En Agencia Prensa Latina. PL La Habana. Cuba. (1999); En la revista Bohemia, La Habana. Cuba (1997-1999); Y en el periódico cubano Juventud Rebelde. (1988-1997).
Galería de fotos: Cuba: Los Unos y los Otros.
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[…] tanto en Argentina como en Cuba. La última vez que lo vi fue en La Habana, junto a Natalia Roca, Alejandro Ernesto, Andrea y Herminia Rodríguez, el 2 de febrero de 2014. Específicamente en la esquina de la 249 y […]