–Hace demasiado calor, le dije una tarde pegajosa de febrero a Tomás, allá por el 2006, algo abrumada ante la falta de vacaciones. –Si chica…, en Cuba no suele subir tanto la temperatura como aquí, aunque la humedad en La Habana no deja de ser insoportable. ¿Sabés?, –me dijo con su mirada verde esperanza–, quisiera…