Todo empezó ese 2007. Nos acostábamos por la noche y nos despertábamos a la mañana con el sonido de maullidos prisioneros en la pared. Se trataba, al parecer, de un pequeño gato atrapado en una cañería interna de la casa.
No pudimos solucionar el problema hasta cinco días después.Valentina
Cuando finalmente lo pudieron sacar, yo sentí que fue casi un milagro. (Vivir dentro de una cañería no es muy cómodo que digamos ¿no?).
Cuando la vi por primera vez, sentí algo muy hermoso que no puedo explicar: era pequeña y aunque estaba sucia me parecía el animal más bello que había visto en toda mi vida. Con papá fuimos y la lavamos. Cuando terminamos de limpiarla, la cubrí con una remera vieja y le di un poco de leche.
Mamá mucho no la quería, pero a mí y a papá nos encantaba la idea de tenerla en casa. En ese momento, parecía que nuestras razones no contaban, porque mamá nos daba veinte mil escusas y algunas razones que eran ciertas. “¿Quién se ocupará de limpiar la casa si hace pis? ¿Quién le dará de comer? ¿Quién la cuidará?” nos decía, sin convencernos.
Al final de tantos ruegos y súplicas, la gatita se quedó. El primer tema que discutimos fue su nombre. Yo quería llamarla Princesa, pero a nadie le gustaba. Hasta que después de conversar un poco, entre los tres encontramos el nombre perfecto: Valentina ¿Y por qué nos gustó ese nombre? Simplemente porque notamos que sólo un animal muy valiente puede sobrevivir cinco días encerrado dentro de una cañería.
Al principio, Valentina no me quería mucho que digamos. Ella estaba perdidamente enamorada de papá. Cuando él estaba escribiendo en su computadora, Valentina aparecía de repente, se sentada sobre el CPU y se miraban mutuamente. Podían estar horas y horas mirándose.
Cuando falleció papá todo fue muy triste para las tres. Con mamá recordamos siempre que papá solía llamarla ojos verdes. Eso es porque los ojos de Valentina eran iguales a los suyos. Pero desde que papá ya no está, creo que Valentina empezó a quererme un poco más.
Ahora nuestras tardes son de lamidas, besos y abrazos. Ella me hace acordar mucho a papá. Cada mañana,Valentina me despierta sólo para hacerme mimos y después se vuelve a dormir.  

Por Lucía Barceló Morán

Dejá un comentario